martes, 23 de agosto de 2022

El lisiado

    En cierta ocasión, por los pueblos de Cartuck en 1909 nació un niño con muchos problemas, según gritaba él a espaldas de los demás. Los desdichados que vivían por ahí se notaban: infelices, llorosos, cascarrabias. Felipe con 15 años de edad empezó a trabajar como ayudante de la modista. Él era cojo. A cada rato andaba con un bastón. Unos cuantos adolescentes de su edad lo molestaban y le decían "lisiado". Nunca fue respetado o amado; pensaban que no valía la pena. Creí que había llegado su momento; una chica abrió la puerta del local y le sonrió a Felipe. Se puso a ver algunas muestras de tela y se lograba ver que se escapaban unas miradas de ambas partes. Felipe se encontraba petrificado, tanta atención y toda para él. Al pasar los minutos, ninguno dio el primer paso y la señorita decidió marcharse. No buscó a esa chica para que se encontraran en un ambiente más informal. Posteriormente, cerró la tienda y de a poco salió del callejón. Lo miraban raro cada vez que podían, ya estaba acostumbrado porque no se podía extrañar lo que jamás sintió: calidez. 

    Todos los días seguía su rutina hasta llegar a un monte desolado, acostarse en una cama improvisada de arbustos y llorar hasta el nuevo día.

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